Cuadro "Ventanas al Silencio"
En esta pintura, la protagonista se convierte en una exploradora de otro mundo, un lugar donde el agua no solo es un elemento, sino un portal hacia lo desconocido. Aquí, cada reflejo y cada destello de luz es un misterio, un eco de realidades que se difuminan en el vaivén del agua. La figura humana, semioculta bajo el líquido turquesa, es casi un espectro, una visitante en un reino donde el tiempo parece suspendido. Quise capturar ese instante en que la mente se libera y el cuerpo flota sin esfuerzo, explorando la maravilla del entorno acuático.
Los colores juegan un papel esencial en esta transformación de lo ordinario a lo surrealista. El agua es de un verde azulado profundo, un tono que recuerda a los sueños y a los espacios celestes, y parece envolverse en una atmósfera de enigma y quietud. Las pinceladas del fondo, lejos de ser meramente decorativas, crean una textura abstracta, casi hipnótica, como si la protagonista estuviera suspendida en un campo de energía o flotando en una dimensión intermedia.
La posición de la nadadora, con el rostro oculto tras la máscara de buceo, acentúa su anonimato y distancia, casi como si fuera una aparición más que una persona. Ella no está allí para descubrir el mundo visible; está explorando un paisaje interior, sumergida en su propio universo de pensamientos y sueños. Los peces naranjas que nadan a su alrededor parecen guardianes de este espacio onírico, pequeños faros de calor en una atmósfera envolvente y acuática.